A pesar de las medidas implementadas por Estados Unidos y a la peligrosidad que representa atravesar la inhóspita selva del Darién, que divide la frontera entre Panamá y Colombia, la cifra de migrantes irregulares que toman ese camino sigue en aumento, tanto que en los últimos seis meses sobrepasó las 200.000 personas, una cifra que cuadruplica a la que se registró en el mismo período de 2022.
De acuerdo con el gobierno panameño -que cada día hace más esfuerzos para poder garantizar la atención humanitaria del río humano que atraviesa el país centroamericano en su camino hacia el norte del Continente-, desde enero hasta el 5 de julio se registró un total de 201.167 personas, es decir, 151.175 migrantes más que los que se contabilizaron en el primer semestre del año pasado.
Los venezolanos son los que siguen liderando el paso por la compleja zona fronteriza: 103.028 migrantes. La característica de este grupo mantiene en preocupación a las autoridades y actores de organizaciones internacionales, es que hay una, gran parte de los migrantes venezolanos que ya no viajan solos, sino que lo hacen acompañados por niños, que se ven expuestos a los riesgos propios de la selva y a los grupos criminales con miembros de diversas nacionalidades que operan dentro de la zona.
Después de los venezolanos, la mayoría de migrantes son haitianos, con 33.553; en tercer lugar, se ubicaron los ecuatorianos con 25.925; luego los chinos, con 8.964; los colombianos, con 6.489, y el resto, 23.208 personas, son de otros países, precisó el Ministerio de Seguridad de Panamá, a través de una nota de prensa.
Abril fue el mes con mayor flujo de migrantes irregulares
- Enero 24.634
- Febrero 24.657
- Marzo 38.099
- Abril 40.297
- Mayo 38.962
- Junio 29.722
En los primeros cinco días de julio se ha registrado el paso de 4.796 migrantes.
2023 podría cerrar con medio millón de migrantes por esa ruta
Si se mantiene el ritmo del paso de migrantes irregulares por la selva del Darién, el año podría cerrar con cifras que dupliquen a las que se registraron en todo 2022, cuando 248.284 personas pasaron por ese camino.
En 2019 entraron por esta vía 22.102 migrantes, mientras que en 2020, año de la pandemia por COVID-19, la cifra bajó a 8.594; En 2021 aumentó a 133.726 migrantes.
Autoridades preocupadas ante aumento del flujo migratorio
El miércoles, el ministro de Seguridad de Panamá, Juan Pino, y la directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine, visitaron la zona del Darién para conversar con los migrantes irregulares que arribaban a territorio panameño con el objetivo de continuar su trayecto hacia el norte del Continente.
Una de las mayores preocupaciones de las autoridades panameñas es la cantidad de niños que se observan entre los migrantes que están pasando por la selva. Además, hay personas que tienen documentación precaria o afectada, lo que implica que los mecanismos de control en Panamá deban ser implementados cada vez con más rigor para garantizar la filiación de los pequeños con los adultos que les llevan, así como para determinar cualquier solicitud de las autoridades.
Muchos migrantes, especialmente los venezolanos, haitianos y cubanos, estaban en otros países de acogida, pero decidieron emprender la ruta hacia Estados Unidos, pese a las restricciones que ha implementado el gobierno de Joe Biden desde el año pasado.
El Servicio Nacional de Migración señala que aunque la migración es un derecho universal, es importante realizar la movilidad de forma regular, ordenada y segura. El Parque Nacional Darién es patrimonio de la humanidad desde 1981, por eso, las autoridades panameñas reiteran que Darién no es una ruta para migrar.
Fallas en ACNUR y otras organizaciones entre las razones que empujan a los migrantes a ir por el Darién
La solución para frenar este aumento en el flujo de migrantes demanda un trabajo conjunto y efectivo de gobiernos y de las organizaciones que a nivel internacional están encargadas y reciben mil millonarios recursos para atender a las poblaciones solicitantes de refugio, refugiadas y migrantes, organizaciones como ACNUR y otras que tienen el mandato de asumir la tarea de ayudar a garantizar la atención y defensa de acceso a derechos de estas poblaciones.
Sin embargo, múltiples fallas que se registran en estas organizaciones (como negarse a darles información y ORIENTACIÓN COMPLETA Y CLARA sobre rutas seguras y formas de ir a otras naciones cumpliendo las normas de esos países a los que ven como una oportunidad) han llevado a que estas terminen formando parte del problema que finalmente empuja a migrantes a tomar la difícil decisión de aventurarse por peligrosas rutas, donde los traficantes de personas les esperan para sacarles dinero y, en el mejor de los casos, llevarles engañados por una ruta irregular, mientras que en las peores situaciones se exponen a que les secuestren, extorsionen a sus familias, les roben, atenten contra sus vidas y/o violenten a mujeres y niños.
Estas organizaciones internacionales deberían, según su mandato y los inmensos recursos que reciben, ayudar con proyectos y programas que ofrezcan soluciones y oportunidades reales y efectivas para los problemas y necesidades de los solicitantes de refugio, refugiados y migrantes en los países de acogida. De igual forma, estas organizaciones internacionales deberían ayudar a defender los derechos humanos y civiles de estas poblaciones en los países de acogida.
Si estas poblaciones en los países de acogida no tienen esos apoyos, si no encuentran atención correcta y respetuosa, así como información y AYUDA útil, oportuna y eficaz de ACNUR y del Consejo Noruego para los Refugiados (así como demás organizaciones) para que sean atendidas sus necesidades reales, las personas terminan tomando la decisión de aventurarse en una ruta migratoria peligrosa y que tal vez no les llevara a conseguir las soluciones que tratan de buscar.
La respuesta a esta crisis migratoria también pasa porque en los países de acogida se les permita acceso pleno a los derechos humanos a los solicitantes de refugio, refugiados y migrantes para que puedan desarrollar un proyecto de una vida digno.
La fallas de las organizaciones y falta de acceso y de respeto a derechos en los países de acogida en Latinoamérica, además de los múltiples motivos que llevaron a esas poblaciones a abandonar sus naciones de origen, terminan expandiendo la situación a otros territorios y dejando a estas poblaciones en riesgo en rutas que no inseguras y en las que pueden perder sus vidas.
